Ser madre soltera: la elección que cambió mi vida (PARTE IV)

Ya estamos con el último fragmento de esta historia. Hemos pasado juntas por las etapas de esta vivencia tan trascendental en mi vida (parte I, parte II y parte III) y hemos llegado a su punto final. De primera visita a ART , pasando por la fecundación in vitro hasta el nacimiento de mis hijos. ¿Y ahora qué? ¿Cómo es mi vida con Nikole? ¿Es duro estar sola para todo? ¿Cómo lo hago? ¿Me compensa? Os lo cuento todo a continuación.

Ventajas e inconvenientes de ser madre soltera

Se tiende a pensar que ser madre soltera solo tiene inconvenientes. Sin embargo, se debe considerar que quien es madre soltera desde el principio, asume desde el comienzo de la gestación que todo lo va a hacer sola, por tanto prepara su vida y su mente para dar cobertura a todas las necesidades, a la par que administra el tiempo como puede en pos de la crianza de su pequeño o pequeña. Como esto se asume así desde el principio, no resulta tan duro como parece. Bueno, sí, es duro, pero todo es relativo: se echa de menos lo que has tenido, no lo que no has tenido.

Por otro lado, en términos más objetivos, el hecho de estar sola y de no tener que consensuar es una gran ventaja. Pensad lo mucho que se discute sobre la educación de los hijos, sobre los valores que se les va a enseñar, sobre qué colegio es el mejor, sobre actividades extra escolares, sobre qué consentirles, qué no, qué prohibir, cuándo castigar, no castigar, hoy le bañamos o no, qué champú… un momento, ¿cómo le vamos a llamar a nuestra hija?… Hasta la cosa más tonta puede ser motivo de disputa.

Madre soltera y familia monoparental

Como habréis adivinado, todas estas situaciones desagradables se esfuman en una familia monoparental de madre soltera. Matizo esto último porque no es necesariamente lo mismo ser madre soltera y familia monoparental. Si se trata de una familia monoparental fruto de un divorcio o separación, tanto el padre como la madre deben seguir consensuando un sinfín de decisiones con respecto a los hijos. Este no es nuestro caso. También es cierto que las madres solteras nos hacemos cargo de todos los gastos y no compartimos la crianza con nuestra pareja o con el ex, simplemente porque no hay. De nuevo esto puede suponer una desventaja y, de hecho, en cierto modo lo es. Pero volvemos a lo de mentalizarse y adaptarse desde el principio: de manera natural una se organiza como puede y sabe hasta dónde puede o no gastar. Algunas quitarán el gasto de su propia ropa, o de las vacaciones, o de excesivos caprichos, o no renovarán su calzado hasta que se rompan las botas, o no cambiarán el coche ese que va camino de ser un clásico, pero mientras ande…

Todo es muy relativo. Y por desgracia, hoy por hoy hay muchas familias que, incluso contando con los dos progenitores, malviven con dos sueldos.

Niños de madres solteras

¿Cómo me organizo? Quizás sea por la necesidad que instintivamente observan en casa, los hijos de madres solteras suelen ser niños y niñas que a temprana edad se implican en los quehaceres domésticos. Saben que hay que colaborar y se remangan sin dudar. Nikole igual se remanga demasiado, que le encanta ponerse a limpiar los azulejos de la bañera y cae más agua al suelo que a la pared… eso sí, los deja relucientes porque además tiene mucho garbo. En el supermercado, si me descuido, me llena la cesta de un montón de cosas que cree necesarias: dos cuñas de queso, yogures “dedibles”, como dice ella, o bebibles, como los llamamos los mayores. Envases de detergente, tres o cuatro. “Ya tenemos, Nikole”. Y los devuelve a su sitio, pero antes tenemos que oler todas las botellas y decidir cuál nos gusta más. He de confesar que me encanta hacer esto y con ella tengo excusa. Si lo hiciera sola me daría corte. ¿Veis? ¡Otra ventaja!

Una madre y la conciliación con el deporte

Por supuesto que lo del deporte en el exterior… cero patatero. En mi caso, no puedo dejar a Nikole con nadie de forma habitual, solo en ocasiones puntuales, así que me arreglo haciendo en casa rutinas de ejercicios: plancha abdominal, bandas elásticas, método Tábata (una modalidad de rutinas de ejercicios de alta intensidad), estiramientos, abdominales, salto con cuerda… Hasta cuento con un saco de boxeo para recordar lo que practiqué hace años en un gimnasio… ¡Tenía un buen croché de izquierda, me decían! Como veis, algo se puede hacer, y el mío es el peor de los casos. Seguro que otras madres pueden delegar en alguien y se hacen sus pinitos por ahí. Yo espero hacerlo pronto, ahora que Nikole se está haciendo moza y es más sencillo “custodiarla”.

Madre soltera y estudiar

Desde luego, lo de la enseñanza presencial… lo tengo bastante vetado. Cuando Nikole era todavía una bebecita fui a unas clases intensivas de inglés en la Cámara de Comercio de Vitoria, un día a la semana. Comprobé que era demasiado compromiso para terceros hacerse cargo. Aun así, lo volví a intentar al año siguiente con el euskera. Acudí a la Escuela Oficial de Idiomas… pero de nuevo resultó demasiada atadura para mi madre. Este curso era más largo y más horas… Y yo no me sentía bien, a pesar del ofrecimiento y abnegación de la amona… Así que en este caso lo congelé. Mi intención es retomarlo cuando Nikole sea un poco mayor. De hecho, con sus cuatro añazos ya se entretiene muy bien sola y, cuando por alguna causa esporádica se queda con mi madre, apenas da trabajo. Incluso le acerca alguna cosa que necesita. Todavía no le ha lavado los azulejos… ¡como empiece le limpia hasta los cristales!

No podemos pasar por alto las ventajas de la formación online. Es así como estudié un máster de marketing digital y comercio electrónico por la UNIR. Era oficial, así que me metieron caña, pero me pude organizar al disponer de mis propios horarios.  Fue un gran esfuerzo: cuando acostaba a Nikole me ponía a ver las clases en diferido, a hacer los trabajos, a estudiar para los exámenes (estos sí eran presenciales)… Cuando nos tomábamos nuestro pintxo del domingo, yo estudiaba las lecturas obligadas mientras Nikole veía sus dibujos… Duro pero con final feliz.

La formación online es maravillosa. Da la oportunidad de estudiar lo que quieras desde donde quieras. Es una alternativa muy apropiada no solo para madres solteras sino para todos aquellos que no puedan atarse a unos horarios o desplazarse a un lugar.

Madre sin pareja y conciliación laboral

Pues aquí he de decir que no es fácil conciliar. No lo es fácil para nadie, ni siquiera para los niños que cuentan con dos progenitores, tal y como están las cosas en este país. Si, además, se es una madre sola, os podéis imaginar que la cosa se complica. Para las que puedan, lo ideal es delegar en familiares o amigos, aunque es posible que ellos mismos se encuentren en una situación difícil para organizar su día a día.

En mi caso, una de las cosas que me ayuda mucho es que vivo al lado de la escuela donde estudia mi hija. De mi portal a la puerta del cole hay dos minutos. En mi anterior empleo como asalariada tenía la ventaja de la flexibilidad horaria. Luego, cuando perdí el trabajo, lo vi claro: iba a ser complicado encontrar un empleo adaptado a mis conocimientos, necesidades, etc. que ofreciera, además, flexibilidad horaria. Las madres solteras lo tenemos más difícil con el trabajo. Así que me lie la manta a la cabeza y monté mi propio negocio de comunicación y marketing digital. Soy emprendedora, con todos los riesgos que supone. Pero cuento con experiencia, formación y tesón. Ah, claro, y no me cuesta nada trabajar por la noche, el fin de semana o cuando haga falta. ¡Pero si ya lo hice en el pasado para otros y sin cobrar las horas extras! ¿Cómo no lo voy a hacer por mí y (sobre todo) por Nikole?

Madre sola: mi tiempo libre

El tiempo libre es limitado, aprovecho para hacer cosas si está dormida o si está entretenida. Cuando tenía que estudiar, estudiaba. Mis hobbies los puedo practicar dentro de casa: sigo escribiendo en cualquier sitio, siempre que puedo. También estoy empezando a practicar con el dibujo. ¡Me relaja un montón! Y el deporte ya sabéis que lo practico indoor, como dicen los modernos (o sea, dentro de casa, vamos). La música la tengo un poco abandonada, ya la retomaré.

Es básica la organización y el aprovechamiento de situaciones, esto es: a la vuelta del parque, pasamos por el supermercado. Mientras visitamos a la abuela y a la tía abuela… pues merendamos y de paso mantengo una charla la mar de agradable. Cuando viene mi hermano mayor de Palma (el tato), le da paseos como me los daba a mí (no sé quién agota más a quien) y aprovecho para hacer recados o trabajar con más calma. Mientras juega con su amiguito Lur… pues me echo unas risas con su madre Vir y su padre Ioseba… ¡y a veces hasta caen unos vinos! Cuando está con su prima Maddi veo a mi hermano Hugo y a mi cuñada Angosto… ¡y nos ponemos al día de la actualidad infantil y de otras cosas! Y siempre, siempre que caminamos por la calle, yendo al parque, al supermercado o sin rumbo (nos gusta dar paseos), aprovecho para descubrir el mundo a través de sus ojos. “Mira, mamá: una flor ha nacido dentro de una alcantarilla”, “¿Has visto qué ventanas más sucias tiene esa casa?” “Ese señor se parece a Papá Noel, lleva también un saco… pero no es Navidad, ¡qué raro! Entonces no será Papá Noel…”, “¡Mira, la luna!”, “Las hormigas se están comiendo ese trozo de donut, ¿y si les doy de mi bocata?”

Y cuando le acuesto (por cierto, dormimos juntas… es maravilloso) y cae rendida, es mi momento. Cuando está cerrando los ojos comienzo a fantasear: voy a ver esta peli, o voy a leer esto, o voy a ver este curso, o me voy a depilar, o a pintarme las uñas, o… a veces me quedo dormida con ella, ¡que tampoco está mal!

Lo que está claro es que la vida y la rutina cambian. A medida que se hace mayor es más fácil, no sé si porque entiende mejor las cosas o porque una ya ha asumido que le toca pringar; el sacrificio cada vez parece menos duro porque nos hemos acostumbrado a él y, cuando se asienta por completo en tu vida, la organización es mejor, se encuentran momentos divertidos y aficiones que antes ni las considerábamos.

Madre sola, una elección más

Desde luego que mi decisión me cambió la vida para bien, y eso que no ha estado exenta de dolor y de sacrificio (como la vida de cualquiera, supongo). Yo necesitaba ser madre, era algo que salía de mis entrañas. Lo negué durante bastante tiempo, pero comprobé que debía intentarlo antes de desistir y acerté. Si no lo hubiera logrado, sin duda habría tirado para adelante, encontrando otras maneras de llenar mi vacío. Aunque no lo puedo comprobar, ya que no se dio el caso, considero que habría sido así.

Sin embargo, quiero aclarar que lo que para mí fue la vida, la clave de mi felicidad vital, no tiene por qué serlo para otras mujeres. Sé que soy muy efusiva cuando me expreso y, en verdad, Nikole es lo mejor que he hecho en la vida. Además, hoy en día las madres solteras no están estigmatizadas como, por desgracia, lo estaban en el pasado. No obstante, más allá de mi historia, deseo evidenciar que existen otras maneras de encontrar la felicidad vital (que no la personal o la del día a día, eso son cosas distintas bajo mi punto de vista, que no tienen nada que ver con ser madre o no).

Comprendo que haya mujeres que no lleguen a alcanzar mi grado de necesidad con la maternidad, aunque por supuesto lo respeten. Hay mujeres que tienen claro que no quieren ser madres y deciden no serlo. Otras, que si lo son, bien, y si no lo son, también bien. Las mujeres no necesitan por defecto tener pareja ni tener hijos para ser felices, quiero decir.

 

En resumen, se trata de una decisión muy personal para la que hay que estar segura y preparada. Una hija no es cualquier cosa, un capricho que puedes devolver si te arrepientes. Ahora bien, una hija sí es alguien por la que darías la vida sin dudar, a la que vas a amar incondicionalmente, con la que te vas a reír como nunca con nadie, con la que vas a crecer a través de sus pasos, con la que te vas a emocionar solo con oírle una ocurrencia o cuando te dé un abrazo inesperado. Yo estoy enamorada de mi hija. Y he amado mucho, sé de lo que hablo. Cada cual que busque su elixir donde crea conveniente. El mío se parece a mi hermano mayor, tiene la piel blanca; el pelo, castaño y rizado; los ojos, enormes, como dos agujeros negros que atrapan todo lo que ronda a su paso. Y un corazón que sujeta el mío, mi andamiaje, mi cataplasma… Nikole.

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